domingo, 13 de marzo de 2016

Hablemos de poesia.



Esto no es un blog querida gente inquieta y aburrida,
dejó de serlo hace unos cuantos meses cuando mis deseos de escupir habían sido superados por mis deseos de beber cerveza. Sin embargo, el oficio de cotorra es el más dificil de olvidar así que a pesar de callar insulto por lo bajini. Vamos, en mi línea.

Durante los últimos meses he estado reflexionando sobre esa cosa  deforme y multicolor que es la poesía y, sobre todo, por qué narices sigo juntándome con ella para salir a pesar de que sea la amiga más rara y fea de la clase. Los que habéis leído aunque sea por encima algunas de las entradas que he ido redactando a pesar de mi pereza a lo largo de estos años seguramente os habréis formado una opinión muy crítica respecto a mi carácter. Digamos que soy una mujer que no se depila pero en alguna ocasión le da por pensar "y si...." y tiene lugar la ducha de rigor con cuchilla de por medio antes de la cena. No me explico bien, eso tampoco es nuevo. Pero puede que todo se acabe reduciendo a permitirse la ilusión de un perrete cuando en vez de pienso para cenar le dan pienso húmedo.

El caso es que he estado pensando, retirada en mi torre de marfil, sobre la increíble existencia de la poesía hoy en día. ¿ Cómo es posible que algo así exista siquiera? Me he quejado enormemente del gasto inútil de papel que se ha ido haciendo por parte de unas cuantas editoriales y hemos gozado todos en un clímax antiestético al leer ciertas cosas que hoy en día se consideran "poesía" pero aún así...la poesía sigue existiendo; vale, como concepto degradado, maquillado hasta el exceso y hasta las cejas de la farlopa de las redes sociales pero..¿seguimos aquí verdad?

Los pocos que me leeís y la loca que escribe seguimos aquí ¿por qué? ¿gracias a quién?

He de confesaros que yo sigo aquí por Auden, y por Brodsky, Ajmátova, Simic, Panero, Aleixandre, y a veces Lorca, y casi siempre Holan y Strand, y por supuesto que por Szymborska e incluso por el tierno Benedetti. Pero también sigo tragándome a Luna Miguel, David Leo, Maria Mecromina y un largo etc- (no os sintáis ofendidos y halagados los mencionados, tengo una memoria de mierda y lo que es peor, selectiva sin un criterio) Entonces ¿hasta qué punto es poesía lo que tengo que ver día a día y en qué medida es lo que de ella recuerdo o descubro en la intimidad sin los focos de facebook achicharrandome la cara?

No tengo ni una sola respuesta. Pero me sigue pareciendo extraño y hasta tierno que todavía sigamos (aunque sea borrachos y en grupos de 4) mencionando ciertas cosas que tengan que ver con versos. Y los más temerario de todo es que la mayoría de las veces ni nos sentimos ridículos. Os digo yo que esa temeridad no es sana. Acordaros de mi palabra.¿ por qué seguís empeñados vosotros, malditos huelelibros?

Mucho se me ha criticado por apuntarme a todas las fiestas en las que la psicina estaba llena de heces y por lanzárselos a todos los que estaban a mi alrededor. Mucho se me ha dicho que tengo que practicar más el oficio de Paolo Coelho y repartir amor y arcoiris en vez de tanto vómito. Pero sigo aquí. Me pregunto porqué. Y quizá, eso es mejor promesa de amor que muchas entradas cagando mariposas.